Revista de prensa
El País, 17 de octubre
Tommaso Koch
"El Estatuto del Artista se vuelve a atascar"
«El hartazgo crece ante uno de los proyectos estrella lanzado recientemente por el departamento que dirige Urtasun. El nuevo Plan de Derechos Culturales pretende surgir de un proceso participativo con el sector y la ciudadanía, para elaborar un diagnóstico y una hoja de ruta. Sin embargo, las fuentes sienten que se les anima a colaborar en una propuesta a la que Cultura califica de “línea de actuación prioritaria”, mientras se retrasa el Estatuto del Artista. Los cuatro entrevistados reconocen el interés y la relevancia de la iniciativa de Urtasun, que agradecen, pero esperan que no sea a costa de las prioridades reales del sector. “Produce sonrojo ver un plan con 13 ejes tan ambiciosos, y que ninguno incluya el Estatuto del Artista ni se impulse ese trabajo”, apunta una fuente. “Si el sector se desmantela, difícilmente pueden quedar derechos que garantizar”, agrega otra. Se suele decir que la cultura estimula debates enriquecedores. Pero, antes, los artistas piden dejar de empobrecerse».
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«El documento consensuado en 2018, gracias al trabajo de una subcomisión ad hoc en el Parlamento, buscaba reconocer y regular un trabajo que varía cada mes o incluso cada semana, al igual que los ingresos, con épocas de actividad intensa y etapas donde el móvil nunca suena. Aquel informe marcó 75 puntos y unas 60 medidas concretas, varias de las cuales ya están en vigor: la compatibilidad entre percibir la pensión y rendimientos por actividades artísticas de cualquier tipo; una prestación por desempleo que exige menos días cotizados; o un nuevo contrato laboral artístico.
Siguen abiertos, sin embargo, frentes fiscales, laborales o de salud. En concreto, rebajas y deducciones en el IVA y el IRPF; un trato distinto para las rentas, para tener en cuenta lo que explica otra fuente: “Para una producción cultural hacen falta años, y se puede estar mucho tiempo invirtiendo y sin ingresos. Solo cuando se desarrolla llega la ganancia, pero Hacienda la grava como si se concentrara toda en ese periodo. Pedimos contabilizarlo a través de los años”. También se reclama el reconocimiento de enfermedades laborales específicas, como una afonía para un cantante.
Falta rematar, además, cambios que empezaron, pero no se culminaron: especialmente, una revisión integral de la figura del trabajador cultural por cuenta propia, con cuotas de autónomo adaptadas a la intermitencia —solo se introdujo una, de 167,31 euros al mes, para quien percibe menos de 3.000 euros al año— y una prestación por cese de actividad que tenga en cuenta la intermitencia. Pero también completar la modificación del Real Decreto de 1985 que aún regula la relación laboral de los artistas en algunos aspectos que no fueron actualizados en 2022: hay que definir la regulación de trabajadores menores de 16 años o la reducción de abusos en la contratación a tiempo parcial, entre otros puntos».
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«Pero las fuentes consultadas subrayan que la pérdida de tiempo lo es también de recursos: sus asociaciones pagan asesores y abogados que los apoyen en un proceso que se eterniza. Basta un relevo en un departamento ministerial, además, para volver a la casilla de salida. “Con ciertas instituciones me he reunido cinco o seis veces en pocos años porque cambiaba la dirección y debía explicar todo desde el principio”, lamenta una fuente. “Ya bastante difícil es desglosar las especificidades del sector, que se entiendan y que empaticen con ellas…”, apunta otra. “Los afiliados nos piden cuentas y es complicado decirles que hubo de nuevo una reunión inicial”, remata una tercera».
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