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The Economist analiza los efectos de sus diferentes políticas contra la piratería
La cara de Corea del Sur ilumina la cruz de España
Un reportaje en The Economist, Spotting the pirates, detalla las consecuencias de las diferentes políticas antipiratería en varios países. Destacan los extremos: en Corea del Sur, donde se han endurecido, no solo aumentan las ventas de CD sino que el 76% de las mismas corresponde a artistas coreanos, la mayor proporción en los últimos ocho años; en España no solo disminuyen sino que el número de artistas locales en el Top 50 ha pasado de diez en 2003 a ninguno en los dos últimos años. Las inversiones de las grandes empresas del sector están regresando al país asiático y disminuyendo en España.
Por lo menos dos tiendas de música fueron saqueadas durante los disturbios que se extendieron por Gran Bretaña a principios de este mes. En el norte de Londres, un almacén de CD y DVD fue incendiado. Esto fue devastador para los comerciantes y residentes. La industria de contenidos británica señaló con ironía que sus productos todavía son vistos como algo lo suficientemente valioso como para arriesgarse a una condena de cárcel. En muchos países es difícil concebir que los saqueadores roben música o películas en una tienda. En unos pocos, es difícil imaginar que incluso exista un almacen lleno de música grabada.
Desde el año 2000, cuando el servicio de intercambio de archivos Napster se hizo popular, la piratería digital ha perseguido a la industria de contenidos. Con el tiempo la piratería se ha vuelto más diversa y compleja. En algunos países, en lugar de archivos de intercambio en las redes peer-to-peer, la gente ahora esconde su botín en los llamados cyberlockers (espacios privados de almacenamiento online). Como las velocidades de banda ancha han aumentado, los piratas han pasado de descargar canciones individuales a descargar catálogos completos de artistas. Ver programas de televisión y películas pirateadas online también se ha vuelto más popular.
Todavía la piratería no ha barrido todo el mundo. Es endémica en algunos países, pero una actividad de nicho en otros. En algunos lugares la marea sube, en otros parece estar disminuyendo. En respuesta, las empresas de contenidos están moviendo sus recursos país a país, con importantes potenciales consecuencias para el flujo global de la cultura popular.
La piratería de contenidos es más común en los países en vías de desarrollo que en los países ricos. Los países más piratas son lugares como China, Nigeria y Rusia, donde prácticamente todos los contenidos que no se han descargado ilegalmente se han vendido en CD y DVD pirateados. Pero también hay una gran variación entre los países ricos. La piratería está mucho más extendida en el Mediterráneo que en el norte de Europa, incluida Gran Bretaña. Norteamérica parece ser la zona menos pirata de todas -extrañamente, ya que Napster nació allí.
Una de las razones son los precios. Un reciente estudio del America’s Social Science Research Council encontró que los DVD de The Dark Knight, una superproducción de Warner Bros, se estaban vendiendo en Rusia por el equivalente a 75 dólares (si se ajusta para tener en cuenta las diferencias en PIB per cápita). En la India, el DVD salió a la venta por el equivalente a 663 dólares. Las diferencias legales son otra razón. En Alemania, es fácil que alguien sea multado por descargar música ilegalmente; en España es casi imposible. Una última causa, la más intangible, pero probablemente la más poderosa, es la cultura. En algunos países, la copia está ampliamente considerada como un robo; en otros no.
Las compañías de contenidos prestan menos atención a las causas y más a las consecuencias. Pensemos en España, que es el líder de Europa occidental en piratería. El año pasado, IDC, una firma de investigación, encontró que el 92% de los usuarios de internet en España de entre 16 y 24 años de edad (y el 70% de los de entre 45 y 55) admitieron el uso de las redes peer-to-peer. Las ventas de música se han derrumbado. En 2010 apenas 10 millones de CD se vendieron en el país, desde los 71 millones de 2001. Las ventas digitales son débiles, también. «Puedes tener un disco número uno en España con 3.000 ejemplares vendidos», señala David Kassler, que administra las operaciones de EMI en Europa.
El resultado es que las grandes marcas han reducido sus operaciones en España. Universal Music ha perdido un tercio de su personal en español. Max Hole, que dirige los negocios de Universal fuera de Estados Unidos, dice que la firma está «resistiendo» en España, pero en gran parte con la esperanza de descubrir a un artista que atraiga a los hispanos en los Estados Unidos. Kassler dice EMI está gastando cinco o seis veces más que en Alemania, un mercado de baja piratería donde las ventas de música tienen un declive más suave -un 11% entre 2006 y 2010.
Las ventas de DVD también se han desplomado en España. Xavier Marchand de Alliance Films, una productora de cine independiente, dice que España se ha convertido en «un mercado de 1950», donde casi todo el dinero ganado sale de las proyecciones de cine y los derechos de televisión. Jeff Blake, vicepresidente de Sony Pictures, dice que todavía tiene sentido en España lanzar películas de gran presupuesto familiares como Los Pitufos. Estas películas son fiables como imanes de taquilla y se venden relativamente bien en DVD porque los padres las utilizan como niñeras electrónicas. Pero los dramas dirigidos a los hombres jóvenes son otra cosa. Como resultado, dice Blake, el español «tiene menos películas en menos pantallas, con un menor apoyo de márketing tras ellas».
Tal como las compañías de contenidos están abandonando España, están aumentando en Corea del Sur. Ese país es ya el 12º mayor mercado de música del mundo, una muesca por detrás de España. Es casi seguro que alcanzará al país mediterráneo este año. Las ventas coreanas de música grabada, que se habían colapsado en la primera mitad de la pasada década, han aumentado en cada uno de los últimos tres años. Las ventas fueron de 207.000 millones de won (unos 179 millones de euros) en 2010 -desde los 134 millones de 2007.
Corea del Sur tiene ahora las leyes antipiratería más exigentes del mundo. Casi todas las medidas que se discuten en otros países -la amenaza de cortar las conexiones piratas de banda ancha, el bloqueo de sitios web piratas, obligar a los descargadores jóvenes a participar en programas educativos, medidas drásticas contra los cyberlockers- ya se han implantado en Corea. Han brotado sitios web legales de streaming musical y de descargas audiovisuales, proporcionando muchas nuevas vías de obtener música legalmente. La experiencia coreana puede que sea única: sus leyes contra la piratería no han tenido un claro efecto en otros lugares.
Hace unos años, las empresas internacionales de música casi no tenían presencia en el país. Ahora están volviendo, según Mayseey Leong, director regional de la IFPI, el grupo paraguas de la industria de la música. Universal Music comenzó a invertir en la música coreana en 2009. Sony Music lanzó The Secret Garden, un programa de televisión basado en la música heavy, y lo utilizó para promocionar nuevos singles. Warner Music Group ha firmado con JYJ, una banda de chicos de Corea, y está exportando su pop sensiblero al resto de Asia.
Como las empresas de música trasladan sus recursos de un país a otro, los mercados nacionales se están redefiniendo. En 2010 los grupos de Corea representaron el 76% de las ventas de CD en ese país, la mayor proporción en al menos ocho años. En Alemania, también, el porcentaje de música grabada por artistas locales ha aumentado de forma constante, del 29,5% en 2001 al 49% en 2010. En España, la proporción no ha cambiado. El número de discos de nuevos artistas españoles que han llegado al Top 50 anual se ha derrumbado, pasando de diez en 2003 a ninguno en 2009 y 2010, según detalla la IFPI.
No es lo mismo en el caso del cine. En muchos países, entre ellos España, el negocio del cine doméstico está subvencionado por el gobierno, lo que limita el impacto de la disminución de las ventas de DVD. En Rusia, un mercado con alta piratería, las películas de cosecha propia han perdido mucho terreno respecto a las importaciones de Hollywood. Pero eso es al menos en parte porque el márketing de Hollywood es mucho más fuerte en el país: las ventas de DVD puede que sean virtualmente inexistentes, pero las muchas pantallas de cine que se han creado hacen que valga la pena.
La influencia de Hollywood en el mundo se ha visto por supuesto resentida desde hace mucho tiempo. La preocupación de muchos gobiernos es que las industrias culturales como la música con el tiempo sigan el camino del cine, con equipos locales empobrecidos que no pueden competir con los poderosos gigantes internacionales de contenidos. Probablemente no sea una coincidencia que el primer país en promulgar una ley de tres pasos contra la piratería de contenidos sea Corea del Sur, un país con gran orgullo en sus exportaciones, tanto culturales como de cualquier clase. Tampoco sorprende que el primer país europeo en seguir su ejemplo haya sido Francia, donde las preocupaciones acerca de la pureza cultural y la independencia fluyen como el vino.
Descargar música y películas ilegalmente de internet parece apenas un inocuo acto comparado con los atroces saqueos. Pero las legiones de piratas están remodelando la cultura mundial en silencio.
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